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Los primeros compases del siglo XXI echaban a andar y la localidad barbateña se las prometía muy felices. Los tratados de pesca con Marruecos se mantenían y el mar seguía siendo el granero salino para el sustento de muchos hogares barateños.

El sector caía, estaba en decadencia de hecho, pero todavía se contaba con una amplia flota en el muelle que navegaba por aguas del Golfo de Cádiz o de Larache, allá por el Reino alauita.

Sin embargo, hace quince años, un 5 de septiembre de 2007, sucedería un acontecimiento que marcó la historia actual de una localidad que luchaba por salir del oscuro mundo del narcotráfico y que ahora, le tocaba en suerte seguir luchando contra viento y marea.

El Nuevo Pepita Aurora, un flamante cerquero construido en 1999 en Galicia, con 19,40 metros de eslora y casco de acero, navegaba a una velocidad de 10 nudos, tranquilo mientras que discurrió paralelo a la costa de Marruecos desde Larache.

Una vez que sobrepasó el Cabo Espartel para adentrarse en el Estrecho de Gibraltar, y no estar ya a sotavento de la costa, se encontró con viento de levante, que iba arreciando a fuerza 7 y olas de 2 a 3 metros, por lo que el patrón, según la Comisión de Investigación de Siniestros Marítimos, decidió navegar con mar de amura.

A medida que el buque se adentraba en el Estrecho las condiciones de viento y mar empeoraron hasta alcanzar olas de 4 a 5 metros, por lo que el buque redujo su velocidad hasta 7 nudos. Las olas comenzaron a dejarse notar, el agua entraba en cubierta.

Habida cuenta que el buque no podía evacuar el agua embarcada, el patrón decidió efectuar varios cambios de rumbo poniendo popa al viento por si de esta manera podría resultar efectiva la evacuación.

Alrededor de las 14:30 pm, y durante la última de estas maniobras, según los tripulantes supervivientes, el buque recibió un golpe de mar mortífero.

El Nuevo Pepita Aurora con la quilla del revés horas después del naufragio antes de hundirse.

Las olas voltearon el barco. A los pocos minutos acudió al lugar del siniestro el pesquero Benamahoma, seguido del Hermanos García LaraMoby Dick Piloto, que navegaban próximos al buque siniestrado, salvando el primero a siete tripulantes con vida.

Por su parte, el pesquero Hermanos García Lara rescató a otro tripulante y los pesqueros Moby Dick y Piloto recogieron un tripulante fallecido cada uno, trasladándose todos ellos al puerto de Barbate. Desde la Estación Radio, Juan Rossi ya había avisado a todas las autoridades siguiendo el protocolo.

Salvamento Marítimo, Tarifa Radio, Cruz Roja, Autoridad Portuaria Bahía de Cádiz y, cómo no, al alcalde de Barbate, por aquellos entonces, Rafael Quirós.

Así, poco a poco se fueron aglutinando en el puerto personas y medios sanitarios. Lo que habitualmente era un trasiego de compradores, vendedores, marineros, familiares, cajas de pescados capturados, operarios… se convirtió en un auténtico infierno.

Barbate se echó a la calle días después del suceso para pedir que no se dejara de buscar a los desaparecidos.

En el pueblo la noticia voló. Y los familiares de los marineros del Nuevo Pepita Aurora, no quisieron esperan llamadas y se fueron para el puerto. Allí ya esperaban compañeros, el personal habitual del muelle, así como todo tipo de personas desde Cruz Roja, las ambulancias, Protección Civil, autoridades y demás vecinos que se agolpaban para saber qué había pasado.

Ya se había comunicado el fallecimiento de al menos dos personas y otra desaparecida. La Lonja del Pescado, morgue improvisada fue dejando pasar las horas hasta que se fue decretando el llanto.

Barbate lloró de pena y empezó a buscar explicaciones. No hacía ni dos meses que había sido “despachado” el barco con los certificados en regla.

Las causas del siniestro se sabían antes de que la Comisión de Investigación realizara sus conclusiones, y es que a la gente de mar es muy difícil engañarla. 

Labores de rescate en la zona del naufragio en la mañana del 18 de septiembre de 2007.

La pérdida de los cinco marineros y tres desaparecidos hacen recordar la ardua y dificultosa labor de los hombres del mar. Todavía hace unos años se creía en la posibilidad de recuperar el pecio que sigue hundido frente a las costas tarifeñas, ya hoy es más complicado.

Quince años después, el muelle sigue esperando…

Fotos: Sheila Anaya.

Extracto del artículo publicado en lavozdelsur.es