Un 5 de agosto de 2013 se iniciaba la andadura de un medio que, con sus altibajos, continúa manteniendo información barbateña. Sin ataduras, sólo el amarre de un noray del puerto. Sin cadenas, pero atado a sus caenas.
Así ha crecido un niño de nueve años que, en otros tiempos estaría a punto de hacer la Comunión, pero que ahora sólo se lleva las hostias con los vaivenes del levante.
El actual Heraldo, aunque ha mudado la piel varias veces -estas semanas hemos estrenado nuevo diseño-, nadie le puede achacar del compromiso con su pueblo.
“Sin jactancia no vanidad”, decía el primer artículo de aquel periódico que duró hasta 1927, “reclamamos para nuestro periódico el título de defensor de los intereses de Barbate y estamos seguros de que nadie podrá discutirnos en buena liza el uso de este legítimo derecho”.
Este niño tiene un abuelo, de casi cien años, que un 5 de agosto de 1925 salió a la luz por primera vez, siendo pionero en la prensa barbateña.
Aunque haya que ponerse en la piel de aquellos años en nuestro pueblo, donde el auge de la economía local llevó a luchar en las páginas de aquel formato sábana por su propio futuro. La independencia de un pueblo para no depender más que de sí mismo.
Quedan nuevas velas por soplar y nuevos retos por cumplir. Si quieren acompañarnos en esta singladura, ya saben dónde buscarnos.